Dl Francisco Gil Ortega Roncon

Discursul oficial al primarului orasului Ciudad Real, dl Francisco Gil Ortega Roncon, cu ocazia primirii Altetei Sale Principelui Radu la Primaria din orasul Ciudad Real, in prezenta consilierilor locali si a personalitatilor orasului

Su Alteza, Príncipe Radu Hohenzollern-Veringen,
Excma. Sra. Embajadora de Rumanía en España, Sra. María Ligor,
Compañeros de Corporación,
Presidente de la Asociación Cultural de Amistad Hispano-Rumana, mi buen amigo Daniel Comanita,
Señoras y Señores,

En mi visita a Rumanía allá por el mes de junio del pasado año 2006, al objeto de formalizar el hermanamiento entre las ciudades de Targoviste y Ciudad Real, y haciendo un hueco en su apretada agenda, los componentes de la delegación de Ciudad Real, tuvimos el gran honor de ser recibidos por Su Alteza el Príncipe Radu en su residencia de Bucarest. En aquella audiencia que tan amablemente nos concedió y en nombre del pueblo de Ciudad Real, le ofrecí nuestra formal invitación para visitar Ciudad Real, a lo que me contestó que la atendería gustoso tan pronto como sus compromisos oficiales se lo permitieran.

Fiel a su palabra, nos sentimos verdaderamente honrados y orgullosos de tenerle hoy aquí. Nos sentimos también agradecidos porque haya querido que sea Ciudad Real el lugar de su primera singladura en esta visita a diferentes puntos de Castilla-La Mancha en los que hoy reside, perfectamente integrada, una importante representación ciudadanos rumanos que un día determinaron buscar un lugar para trabajar y prosperar, y lo encontraron en Ciudad Real y Castilla-La Mancha.

Ciudad Real ha sido desde su origen tierra de acogida, tierra ancha y abierta a todos. La Carta Puebla, otorgada por el gran Rey Alfonso X que ha pasado a la historia con “El Sabio” en el año 1255 dotaba a esta Villa con no pocos privilegios que la hicieran atractiva para el asentamiento en su solar de gentes de toda condición y procedencia para, en las propias palabras del Monarca, hacer de ella “una grand villa e bona… que fuese cabesga de toda aquella tierra”.

Coherente con su origen, Ciudad Real mantiene las señas de identidad que la han caracterizado a lo largo de los tiempos: Hospitalidad, reciedumbre castellana, respeto y tolerancia. Esta es la ciudad que hoy os acoge y os abre sus brazos, quiere mostrase tal y como es.

La historia no siempre ha sido pródiga con ella y ha sufrido siglos de marginación e injusto olvido. Pero olvidemos viejos agravios del pasado, las dos últimas décadas han dado un vuelco al panorama, el desarrollo de la actividad comercial que ocupa a más del 80 % de la población en el sector servicios, la Universidad y el Tren de Alta Velocidad, han hecho posible que esta ciudad que 20 años atrás apenas llegaba a los 50.000 habitantes, hoy pueda superar generosamente la cifra de los 70.000 habitantes, y es constante la construcción de nuevas edificaciones fuera de su antiguo cinturón de Ronda, coincidente con lo que en épocas pasadas era el recinto amurallado que rodeaba la ciudad.

Asistimos, por tanto, a un momento crucial en nuestra historia, como avala la construcción de un moderno Aeropuerto que me consta tiene previsto visitar y la apuesta por un nuevo concepto al servicio de ocio de los ciudadanos representado por “El Reino de D. Quijote”.

Es evidente que esta oportunidad no podemos dejarla perder. Ni avatares, ni caprichos del destino pueden truncar lo que constituye, sin lugar a dudas, la oportunidad de crecimiento y desarrollo más importante que Ciudad Real ha tenido desde la época de los Reyes Católicos hasta nuestros días.

Los ciudadanos a través de las instituciones que los representan democráticamente, somos los verdaderos dueños y artífices de nuestro propio destino. No cabe ya el sentimiento fatalista de lo que pudo haber sido y el capricho se encargó de desbaratar.

Ciudad Real ha de acogerse a todos los instrumentos de índole administrativa y legal que le permitan aprovechar este momento de bonanza, para afianzar su definitivo paso hacia el desarrollo y la modernidad. Esa modernidad tiene mucho que ver con su integración en la Unión Europea y la voluntad manifestada en sus tratados, de cohesionar sus territorios.

Alteza, Su presencia hoy aquí adquiere su verdadero sentido y trascendencia si tenemos en cuenta los motivos culturales, históricos y espirituales que unen a España y Rumanía.

Nuestros dos países comparten multitud de afinidades. Ambos procedemos del mismo tronco común latino. Nuestra relación se remonta a más dos mil años, cuando el Emperador Trajano, de origen español, conquistaba la Dacia, región romana que coincide con lo que hoy es Rumanía, llevando tropas integradas por soldados de Hispania, concretamente de los que hoy son las zonas de Valladolid, León y Galicia. Estos soldados, una vez finalizada la contienda, se establecieron y mezclaron con la población autóctona, entrando a formar parte de los que hoy es el pueblo rumano.

Por si esto fuera poco, Rumanía y España vuelven a unirse para frenar la invasión turca.

Sin la sangre derramada por los habitantes de Valaquia y los heroicos soldados que lucharon en Lepanto, la historia de Europa hubiera sido muy distinta a lo que es hoy. La civilización cristiana, que tantos valores admirables ha aportado a la humanidad, hubiera sido literalmente exterminada. Es por ello que ambos pueblos hemos de sentirnos orgullosos de nosotros mismos y de nuestro pasado, de nuestra decisiva aportación al concepto de lo que hoy es Europa, su Cultura y su tradición cristiana, pilares sobre los que se edificó el Tratado de Roma, base de lo que hoy es la Unión Europea a la que se integra, con toda justicia, el admirable país Rumano.

Rumanía, se encuentran en la misma encrucijada en la que hace veinte años se encontraba España, Castilla-La Mancha y Ciudad Real con nuestra integración en lo que entonces llamábamos Comunidades Europeas o Mercado Común y hoy es conocido como Unión Europea, un espacio común de progreso y justicia donde compartimos los mismos ideales democráticos y un concepto de una Europa sin fronteras, presidida por los valores de la justicia y la solidaridad en donde queden definitivamente desterrados los fantasmas de la guerra que en la última centuria han asolado y llenado de dolor este viejo y sabio Continente, foco de civilización y convivencia, centro de Cultura y Saber, baluarte de los valores que la civilización cristina que tanta grandeza ha aportado a la historia de la humanidad a lo largo y ancho de los dos últimos milenios.

Su integración en Europa, supuso en su día para España, lo mismo que va a suponer para Rumanía, una excepcional oportunidad de progreso y bienestar, una ocasión única para el desarrollo. Nuestra experiencia, en este sentido, os puede ser de gran utilidad como país receptor de fondos europeos.

Estoy convencido de que esta oportunidad extraordinaria que se os brinda para un desarrollo ordenado, un progreso armónico y sostenible, va a ser aprovechada por el pueblo rumano y sus autoridades. Disponéis para ello de lo más importante, un capital humano excepcional, lleno de sana ambición y ansia por mejorar, un hermoso país con unas condiciones inmejorables para su desarrollo.

Muchos de los proyectos europeos exigen la concurrencia de dos socios procedentes de países miembros de la Unión Europea. Ciudad Real y Targoviste, se encuentran comprometidas, mediante el acuerdo de hermanamiento que las vincula, a colaborar en proyectos de interés común.

Diferentes Empresas de Ciudad Real están decididas a colaborar en iniciativas que puedan redundar en el desarrollo, tanto económico como social y cultural, de Rumanía y España.

Estoy seguro que la presencia de Su Alteza, como alta personalidad y diga representación del país rumano, no va a quedar como una mera visita de cortesía. Si no que va a servir para impulsar cuantas iniciativas nos permitan profundizar en relaciones cada vez más fructíferas.

Alteza, conozco la ilusión y el esfuerzo que estáis desarrollando en todo lo referente a la integración de vuestro país en la Unión Europea, sí como el sólido prestigio que habéis adquirido en los países que la componen. Es por ello que me deseo transmitiros un mensaje positivo y de esperanza para Rumanía en el sentido del cambio profundo que experimentará vuestro hermoso país tras la adhesión.

Os puedo señalar lo que supuso para Ciudad Real la entrada en funcionamiento en el año 1992 del Tren de Alta Velocidad (AVE) que unía las ciudades de Madrid y Sevilla con parada en Ciudad Real, colosal obra de infraestructura financiada con fondos europeos, que ha transformado por completo Ciudad Real y Castilla-La Mancha, una zona históricamente mal comunicada, lo que impedía de forma notable su desarrollo. El efecto de la implantación del AVE, El Parque Científico y Tecnológico, nuestra Universidad, y tantos otras proyecto y hoy realidades, han supuesto un vuelco definitivo, pasando a ser nuestra ciudad, una de las zonas mejor comunicadas de la Península Ibérica, una vez entren en funcionamiento las autovías previstas y el referido aeropuerto Don Quijote, proyecto considerado “de locos” hace poco más de diez años y que hoy es una realidad en avanzada fase de construcción.

Tampoco eran pensables la envergadura del destino turístico “El Reino de Don Quijote”, que supone la construcción de un complejo de ocio con hoteles, casino, balnearios, campos de golf, zonas residenciales y toda una serie de servicios del más alto nivel, capaces de generar numerosos puestos de trabajo, tanto en su construcción, como en su posterior mantenimiento.

En Ciudad Real tiene residencia actualmente una población rumana que supera las 500 personas, una población, en su inmensa mayoría, trabajadora y honrada, que lucha por labrarse un futuro mejor para ellos y sus hijos y que se ha integrado ejemplarmente en nuestra ciudad. Buen ejemplo de ello es la creación de la Asociación Cultural Hispano-Rumana, cuyos símbolos son nuestro hidalgo caballero D. Quijote de La Mancha en la estatua que preside nuestra Plaza del Pilar y la Torre de la fortaleza Chindia, símbolo de la ciudad de Targoviste.

Nuestra intención es apoyar esta Asociación, que con singular entusiasmo y eficacia, preside mi joven amigo Daniel Comanita, de modo sea catalizador que impulse nuestras relaciones, tanto económicas entre empresas ciudadrealeñas y rumanas, como culturales.

Ciudad Real, como Capital de la Mancha que inmortalizara nuestro Embajador Universal, D. Quijote, y Tagoviste, nuestra ciudad hermana, que fuera Capital de Valaquia y paso estratégico de las comunicaciones entre Europa y Asia, tienen mucho que aportar y, sobre todo, disponen de unas condiciones inmejorables para su desarrollo dentro del contexto de la Unión Europea.

Para terminar, me va a permitir le exprese, en nombre del pueblo de Ciudad Real al que con tanto honor represento, los mejores deseos de éxito en su difícil labor. Rumanía, tras los años de oprobio que supuso la dictadura comunista, se encuentra ante una encrucijada semejante a la que los españoles encontramos en la etapa previa a la transición democrática. La condición moderadora y el prestigio internacional de la Corona encarnada por el Rey Don Juan Carlos I, fueron baluarte y garantía de nuestro sistema de libertades públicas proclamadas por la Constitución de 1978.

Estoy seguro que el pueblo rumano sabrá atender la lección de la historia, propia y ajena, y caminar por senderos de moderación y justicia que garanticen el mayor bienestar para sus ciudadanos.

Muchas gracias.

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